Esa Vez Cuando Vimos un Fantasma

Esto pasó. Fue real. Y aunque el tiempo distorsione los recuerdos, habíamos 4 personas presentes en aquel momento y todos fuimos testigos de lo que pasó. Me gustaría preguntarles a los demás si es que aún lo recuerdan. Tal vez ya lo olvidaron y me hagan pensar que lo inventé todo, pero esa no es la verdad. 

Con El Guti, El Pollo y el Checho fuimos a ver de noche a la Naty, cuya casa quedaba en Valle del Sol, al lado del cementerio. La división entre el cementerio y el condominio estaba delimitada por una pandereta delgada, a la que alguien le había hecho un hoyo lo suficientemente grande para poder pasar de un lado al otro. La Naty estaba pajera o había peleado con su vieja y no quiso salir. Para no desperdiciar el pique que nos habíamos pegado a uno de los cabros se les ocurrió "iniciarme" en el camino del cementerio. Llevaba un par de semanas de ese verano juntándome con ellos y como yo era el nuevo y no había entrado antes, me pusieron a prueba y me retaron a recorrer un sendero del cementerio solo y encontrarnos en un punto común. Acepté riéndo, sabiendo que nada iba a pasar y que el ambiente no era ni de cerca lo suficientemente tétrico como para sugestionarme y cagarme de susto yo solo. Es uno de estos cementerios parque, que parecen cancha de golf pobre, sin mausoleos, sin nichos, solo lápidas en el suelo, distribuidas equidistantemente unas de las otras, algunas con sus respectivas flores, peluches, remolinos y otros adornos, la mayoría peladas, sin adorno alguno.

Había luna llena o casi llena, por lo que no estaba oscuro y podía ver de lejos a los tres caminando por el otro sendero. Yo caminaba tranquilo, a paso rápido, pero disfrutando la humedad del pasto y el olor a tierra mojada mientras escuchaba a los pájaros que cantaban en los árboles. Tras un par de minutos caminando en silencio me encontré con ellos, que estaban esperando donde se cruzaban ambos caminos, mirando hacia un féretro que aún no bajaban a la tierra. Había un toldo y 4 sillas, además de coronas y ramos de flores sobre el ataúd. Tenía pinta de que se hizo el funeral en la tarde pero por alguna razón no enterraron al muerto. 

Cómo éramos 4 y había una silla para cada uno, nos sentamos a conversar y tomar unas cervezas en lata que llevamos. El Checho sacó su celular y propuso que grabáramos la conversación y que le hicieramos preguntas al finado, que- según él - en una de esas nos respondía por medio de una sicofonía. Nos tincó la idea y empezamos a hacerle preguntas tipo ¿Cómo te llamabas?, ¿A qué te dedicabas en vida? Y cosas por el estilo. Estuvimos un buen rato dando jugo con eso hasta que se empezó a poner algo más frío el ambiente y nos paramos para caminar e irnos a nuestras casas. 

Íbamos a empezar a caminar cuando el Guti señala algo oscuro en el pasto a unos 12 o 15 metros de distancia y preguntó con voz de asustado que qué era eso. El Pollo dijo que tal vez era un gato muerto. Yo vi un arbusto pequeño. Nos acercamos a mirar y había acertado, era una ligustrina pequeña, que no media más de 30 centímetros. Le digo al Guti -¿viste? No era nada weón urgió, te lo dij...- no alcancé a terminar la frase cuando el arbusto se agita de un lado a otro con un ruido como si hubiese un animal pequeño dentro. Los cuatro nos quedamos en silencio para mirar atentamente. De repente sale desde la ligustrina lo que parecía ser un conejo o un gato de color blanco, pero un blanco translúcido, como si estuviese hecho de un vapor casi brillante. Corrió un par de pasos zigzageando muy rápidamente y dió un salto, desapareciendo de la nada, como desvaneciéndose en el aire.

Incapaces de decir palabra nos miramos por unos segundos hasta que en coro soltamos un "Uhhhhhhh" y salimos corriendo hacia donde estaba el hoyo en la pared para salir del cementerio. Una vez afuera, sin dejar de caminar nos preguntábamos y respondiamos sin salir del asombro todavía: 
- ¿Lo viste tú también?, ¿Viste lo mismo que yo? - Si, yo también lo ví - ¿Qué era esa weá? - No sé, como un animal pero de vapor - Como un gato fantasma - Si, una weá así - ¡Ohh la weá loca! - Era más como un conejo de luz - Era como el fantasma de un animal - Quizás fue una mascota muerta del muerto en el cajón - Si, en volá se enojó por estar hablándole y preguntando weás - Tenis razón, puede ser eso - ¿Y si escuchamos la grabación?...

Nos miramos y decidimos sentarnos a escuchar la grabación a ver si encontrábamos algo. Caminamos hasta la entrada del pasaje donde vivían dos de los cabros y antes de despedirnos el Checho buscó la grabación y le puso reproducir. No se escuchaba nada, solo un viento suave. No se escuchaban nuestras voces ni lo que hablamos sentados frente al féretro. De pronto oímos un chasquido y en la grabación sonó una voz que dijo:

- Siganme para más historias paranormales. 



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